jueves, 26 de julio de 2012

Ideología y partidos políticos en la España contemporánea. - Parte 7

En los artículos referentes a este epígrafe se intentará realizar un análisis dirigido al surgimiento y evolución de los partidos políticos en España hasta la configuración actual de los mismos. En este artículo veremos como la caída y el exilio de la reina Isabel II supondrá el surgimiento de unas nuevas reglas de juego sobre el tablero de la política española del momento, empezando por la configuración de una nueva monarquía. Esta época está marcada por el caos político resultado de posiciones políticas dispares e intransigentes, la existencia de grupos contrarios al régimen establecido y el surgimiento de una república sin el apoyo total de la población.

Enlaces relacionados:
- Monarquía isabelina 2: La Unión Liberal y el partido demócrata.


  EL SEXENIO DEMOCRÁTICO: LA MONARQUÍA DE AMADEO I  

En la revolución de 1.868 despuntan una nueva España y unos nuevos españoles. Una nueva generación, en palabras de Vincens Vives, “europeísta, culturalista, democrática, (…) en la que se funden las ideas de libertad y progreso”. Esta generación posee un bagaje intelectual más amplio que la generación romántica anterior, y de ahí su carácter doctrinal y programático. Con ella, se consagra el tipo de político civil, jurista y especializado; desapareciendo el político temperamental y militar característico de la etapa isabelina.

Para Labrousse, una revolución típica nace de un triple haz de factores: “la crisis económica da a la crisis política una fuerza social”, esquema que podría aplicarse a este caso. La crisis política ya era evidente antes de 1.868. El apoyo de la reina Isabel al partido moderado, de mayor poder social y económico y coincidente con la reina en ideología e intereses provocó una monopolización del poder apenas rota brevemente por el partido progresista (siempre tras pronunciamiento militar), lo que le obligaba a permanecer en la oposición; y la Unión Liberal, cuya vaciedad de contenido ideológico y su falta de doctrina concreta terminaría con su rápida disolución. Sería precisamente el apoyo real al partido moderado (considerablemente desgastado tras más de veinte años de disfrute de gobierno y sin nuevas figuras políticas) lo que provocaría que una revolución destinada a derribarlos del poder, derribara también a la propia monarquía.


El gobierno provisional de 1869, por J. Laurent (1869)
(Figuerola, Ruiz Zorrilla, Sagasta, Prim, Serrano, Topete, López de Ayala, Lorenzana y Ortiz)
Fuente: Biblioteca Nacional de España

La monarquía de Isabel II se desintegra sin apenas resistencia y a primeros de octubre se constituye un gobierno provisional liderado por el general Serrano. Tras la destitución de Isabel II, que se ve obligada a huir a Francia, se produce la creación de juntas revolucionarias en las que se integran representantes de los partidos que se sublevan. Todas presentan programas políticos similares e intentan influir, sobre todo en tres campos:

En el económico, se busca abolir los impuestos de consumo (como los que gravaban la sal, el tabaco y el pan) y establecer un sistema de vigilancia para la producción y venta de carne y pescado.

En lo religioso, las acciones se van a centrar en la expulsión de los jesuitas y en el derribo de iglesias para lo que se llegó a alegar que la razón era que estaban en mal estado o que era necesario darle trabajo a los parados.

En el campo político, se intenta subrayar la libertad de expresión y construir una república federal (intento que se lleva a cabo cuando el partido republicano era mayoritario), por último, se reponen de nuevo las milicias nacionales (llamadas voluntarios de la libertad).

General Francisco Serrano y Domínguez
Fuente: Wikimedia Commons

La primera tarea del gobierno provisional será la de eliminar la dualidad de poderes provocado por la existencia de juntas revolucionarias locales (algo nada fácil pues la proporción política de sus integrantes era distinta a la del gobierno) por lo que tuvo hacer concesiones políticas como el sufragio universal masculino y la libertad de prensa y de asociación y la institución del jurado. Las juntas estuvieron en funcionamiento hasta octubre de 1.868 fecha en que el gobierno provisional promulga su disolución para que sus miembros se integren en los ayuntamientos y se disuelvan las milicias. La aceptación del nuevo sistema provoca una división entre los isabelinos monárquicos (tanto progresistas como unionistas) y los republicanos.

A principios de 1.869 se forman unas nuevas Cortes Constituyentes (las primeras que cuentan con sufragio universal masculino). Por su parte, el partido moderado no superó el Sexenio y sus integrantes se alinearon en otros partidos. El resultado fue unas Cortes con mayoría monárquica, pero con una significativa presencia de republicanos. La nueva Constitución aprobada será monárquica pero también la más progresista y democrática del siglo XIX. La obra legislativa incluye un catálogo de derechos individuales como la libertad de culto, el sufragio universal masculino y los derechos de asociación y reunión.

Los caracteres principales de la Constitución de 1.869 consagran un liberalismo radical (frente al liberalismo doctrinario característico de la anterior etapa isabelina) y podrían resumirse en el siguiente cuadro:


PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
- Soberanía nacional.
- División de poderes.

DERECHOS CONSTITUCIONALES
- Sin Censura.
- Seguridad Física.
- Inviolabilidad de domicilio y correspondencia.
- Derecho reunión y asociación.
RELIGIÓN
- Catolicismo.
- Tolerancia con otros cultos.
PODER LEGISLATIVO
- SENADO y CONGRESO: 
Sufragio universal directo masculino.
PODER EJECUTIVO
- Monarca promulga y sanciona leyes.
PODER JUDICIAL
- Unidad códigos y Fueros.
- Jurados.
ADMINISTRACIÓN LOCAL
- Sufragio universal.

España se establece así como una monarquía democrática, lo que plantea un serio problema: elegir un rey que ocupase el trono español. Quedando clara la exclusión borbónica, la búsqueda de posibles candidatos se hace teniendo en cuenta que el futuro monarca debía cumplir dos requisitos: uno, ser querido por el pueblo español, y dos, no despertar el recelo de potencias extranjeras. La búsqueda de un nuevo rey dividió a la coalición revolucionaria, pues cada partido pretendía nombrar a un candidato que favoreciese sus intereses. El elegido fue Amadeo de Saboya, segundo hijo del rey de Italia, Víctor Manuel II. Apoyado por Prim, el asesinato de éste a fines de 1.870 (antes de la llegada del monarca a España) fue decisivo en su mala suerte. De hecho, Prim se había mostrado como el más capaz de los líderes revolucionarios pero al mismo tiempo había sido el hombre del orden, el que mostró mayor sensatez en las rivalidades de las distintas facciones políticas. El gran problema del reinado del nuevo monarca será la inestabilidad (en apenas dos años se suceden seis gobiernos y tres elecciones generales).


Amadeo I de Saboya, de Carlos Luis de Ribera y Fieve
Fuente: aulavirtual.bde.es

En esta época se asiste a la división del partido progresista en dos grupos distintos:

Por un lado, encontramos a los constitucionalistas, que conformarán el ala derecha del partido. A ellos se unen unionistas y demócratas que aceptan la monarquía. Todos ellos serán liderados por Sagasta. Por otro, encontramos a los radicales, que constituyen el ala izquierda del partido, más doctrinarios y extremistas, sus posiciones se encuentran cerca de las de los republicanos. Su líder fue Ruiz Zorrilla.

Además, también nos encontramos divisiones entre los defensores de la república y se encontrarán:

Primero, republicanos federales, que serán los defensores de las autonomías y que no aceptaron el acuerdo monárquico del sistema. Con un carácter filosocialista, su líder fue Pi y Margall. Por último, los republicanos unitarios, serán los defensores del centralismo y de carácter claramente burgués. Su líder natural fue García Ruiz.

La alternativa de los alfonsinos saldrá de la unión de los antiguos moderados y unionistas que quieren la vuelta de los borbones en la persona del futuro Alfonso XII, su principal dirigente fue Cánovas del Castillo.

Los dos hechos que aceleran la marcha de Amadeo I serán la cuestión autonomista de las colonias americanas y la cuestión artillera sobre asuntos militares. Amadeo abdicó a finales de 1.872. El 11 de febrero de 1.873 se reúnen conjuntamente Senado y Congreso (algo que era inconstitucional en la época) y proclaman la I República española.


 LA I REPÚBLICA Y EL CANTONALISMO

Durante el período que dura la I República, se van a suceder cuatro presidentes en apenas once meses, consecuencia de una gran inestabilidad política mayoritariamente provocada por la gran diversidad del movimiento republicano español y la división de sus partidarios. Algunas características comunes de los republicanos españoles de la época son:

1. Que definen la República como un sistema lleno de virtudes como contraposición a una monarquía llena de disparates, sin caer en más reflexiones.
2. El concepto de república tendrá un carácter regionalista y no centralista.
3. El estado debe estar desvinculado de la iglesia católica, a la que concede un estatus de asociación religiosa sin más.
4. Su humanismo, pues el partido republicano será el primero en España en realizar una declaración de derechos humanos y sistematizarla.
5. Aparece en contraposición con el marxismo y el anarquismo pues lo que defendían era un vago cooperativismo social.


Alegoría de la Primera República Española, publicado en "La Flaca" (1873) 
Fuente: http://www.fuenterrebollo.com

El fenómeno político más importante de la I República será el cantonalismo, un sistema político que aspira a dividir el estado en cantones casi independientes (sólo compartirían las fuerzas armadas y la política exterior). Fue precisamente la insurrección de 1.873 la que hizo triunfar el movimiento que contribuyó en gran medida al fracaso de la República. Este movimiento tendría especial virulencia en la costa mediterránea y Andalucía.

Los primeros cantones son, básicamente, producto de dos circunstancias: la crisis profunda que demuestra el estado desde 1.868 a 1.873 en sus estructuras políticas, y la propia división de los republicanos (el cantonalismo es primordialmente consecuencia del enfrentamiento entre los propios republicanos).

El primer movimiento cantonal se inicia en 1.873 cuando los republicanos más radicales entienden que la caída de Pi y Margall, que fue sustituido por Salmerón, se traducía en un recorte del proceso descentralizador. Esto provocó la creación de dos facciones en el seno del republicanismo. El 12 de julio se proclama el cantón de Cartagena y más tarde el de Alcoy seguido de los andaluces (Sevilla, Cádiz y Granada). La proclamación de un cantón, normalmente sigue la misma estructura: la creación de Comités de Salud Pública y el triunfo en aquellos lugares donde los efectivos militares se suman al planteamiento republicano.
Focos de la rebelión cantonal
La historiografía ha intentado dar una explicación este fenómeno desde tres interpretaciones distintas:

Por un lado, están los historiadores que ha interpretado este fenómeno como un movimiento social. El enfrentamiento entre ricos y pobres será más que evidente en algunas zonas que en otras. En lugares como Alcoy o Sevilla, quienes se ponen al mando serán pequeños burgueses republicanos y distintos líderes sociales, conjuntamente. Esto revela la importancia del factor popular en la formación del cantón.

Otros lo han entendido como un movimiento regionalista descentralizador y una reacción contra el estado centralista, incluso como una reacción de los municipios contra las capitales de provincia, o entre los distintos cantones. Esto demostraría que no estaban muy claros en la época los conceptos de estado, nación y región.

Por último, hay quienes han centrado sus explicaciones en el factor revolucionario, entendiendo el movimiento como una revolución política, promovida por la burguesía que vio la posibilidad de llevar a la práctica sus aspiraciones políticas extremas.

En general, la política de los cantones podría clasificarse en medidas de tres tipos:

I. Medidas de corte anticlerical:
1. Prohibición de la enseñanza religiosa en colegios públicos y su sustitución por “moral universal”.
2. Secularización de cementerios a los que se despojan de sus símbolos religiosos.
3. Exclaustración de órdenes religiosas, que abandonan edificios religiosos, porque “el celibato va contra la naturaleza humana”.

II. Medidas de corte económico:
1. Abolición de impuestos de consumo.
2. Desmonopolización de la venta de tabaco.
3. Libertad de comercio en los puertos, en los que se fueron eliminando aduanas.
4. Establecimiento de préstamos que deben ser pagados por los habitantes ricos del cantón.

III. Medidas de corte social:
1. Supresión de cualquier tratamiento especial a las instituciones (como excelentísimo, reverendísimo,…) y su sustitución por la fórmula “ciudadano”.
2. Abolición de quintas, de la pena de muerte y de la esclavitud.
3. Prohibición de los juegos de lotería en el cantón de Cádiz.
4. Creación de jurados mixtos en los cantones de Sevilla y Sanlúcar y elección de un tribunal popular para dirimir en asuntos entre patronos y obreros.

Esquema sobre el Sexenio Democrático
Los cantones no pasaron de ser una mera reforma que, queriendo ser radical, no pasó de ser leve, recogiendo algunos de los valores de la izquierda del momento: anticlericalismo, cierto antimilitarismo y búsqueda de una armonía social que encauzara las relaciones entre patronos y obreros, sin afectar por ello a la propiedad privada. La vida de los cantones fue muy breve (apenas un mes en Málaga y Cartagena), a lo que contribuyó la labor del ejército dirigido por los generales Pavía (en Andalucía) y Martínez Campos (en la costa levantina). Otros motivos que influyeron en el fracaso del cantonalismo pudieron ser:

- La falta de planificación y preparación del movimiento.
- Que fue obra de minorías fanáticas que se ganaron la animadversión de la población.
- La propia división entre los cantonalistas.

Durante varios meses la república llegaría a vivir bajo un estado de excepción, durante el gobierno de Castelar, en el que se llega incluso a cerrar el Parlamento (desde septiembre de 1.873 a enero de 1.874). Sin embargo, su más destacado éxito que fue recuperar la confianza del Ejército no impidió el clima de malestar político general que amenazaba incluso con que se restableciera el sistema federal. Ante esta situación, el capitán general de Madrid, Manuel Pavía, irrumpió en las Cortes seguido de sus soldados y llevó a cabo un golpe de estado que acabó con las Cortes Constituyentes republicanas y con el Sexenio Democrático. Ese no sería el último golpe de estado de la época, pues ese mismo año Martínez Campos llevaría a cabo otro que daría la corona a Alfonso XII.

El Sexenio Democrático: Amadeo I de Saboya y la I República
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Debate sobre el Sexenio Democrático
subido por franlovillo a https://www.youtube.com