jueves, 13 de diciembre de 2012

Sir Arthur Evans y el palacio de Cnosos

Desde los inicios de la edad del bronce en el Egeo, hacia 2.800 a. c. hasta la denominada Edad Oscura (hacia 1.200 a. c. aproximadamente), se desarrollan en la región unas culturas con entidad propia. Tanto la cultura minoica, como la micénica y la del resto del Egeo de épocas tan tempranas, constituía un verdadero enigma tan sólo escasamente satisfecho por la aportación de la mitología clásica hasta la aparición, en el siglo XIX, de personalidades como Heinrich Schliemann o sir Arthur Evans cuya aportación, tomando como base los relatos mitológicos, ha resultado básica para el conocimiento actual del pasado del Mediterráneo.

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 LA FIGURA DE EVANS  

La figura de sir Arthur Evans ha sido primordial para el entendimiento de la cultura griega y mediterránea. Nacido en 1851 en Nash Mills (Reino Unido), era hijo del arqueólogo sir John Evans, estudioso de las civilizaciones antiguas. Arthur John Evans estudió en las universidades de Oxford y Gotinga y realizó varias excavaciones en Italia, Escandinavia y los Balcanes. Ya había sido nombrado conservador del Ashmolean Museum de Oxford en 1884, pero sin embargo, fue su aventura cretense la que le catapultó a la fama mundial. 

Sir Arthur Evans (1936)
Fuente: Biografías y vidas

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la figura emergente dentro del mudo de la arqueología era el alemán Heinrich Schliemann quien se había abierto camino entre la leyenda con los relatos de Homero bajo el brazo y había desenterrado de las entrañas de la tierra las legendarias Troya, Micenas o Tirinto. Sus espectaculares descubrimientos minusvaloraban las críticas de compañeros de profesión hacia sus métodos de excavación poco científicos, pues los resultados le avalaban. 

En una época (finales del siglo XIX y principios del XX) en la que los descubrimientos arqueológicos eran seguidos con avidez por una élite social burguesa, con una aparente gran formación cultural; la figura del arqueólogo alemán era muy conocida y su trayectoria era seguida por sus contemporáneos. Estos eran los momentos en los que la arqueología despertaba como ciencia y en los que ésta podía constituir una auténtica aventura para quienes disponían de recursos económicos. En estas circunstancias, personas como Evans podían convertirse en pioneras del saber perdido de la humanidad.

Tras entrevistarse en Grecia con la figura estrella de la arqueología de la época, el inglés se dispuso a buscar huellas de una civilización anterior a la micénica. Quizás buscando una gloria aún mayor que la del prusiano. Tomando como base testimonios populares, llevó a cabo una investigación le condujo a la búsqueda de una civilización perdida y olvidada en Creta, de la que apenas quedaban recuerdos fragmentados y traducidos al lenguaje fabuloso y mitológico. 

Su pretensión era desentrañar la leyenda del rey Minos y su célebre laberinto. Según los relatos mitológicos, Minos era rey de Creta e hijo de Zeus y Europa -a la que el dios sedujo y llevó a Creta desde Tiro (Fenicia) en forma de toro-. En la isla, el rey mandó construir un laberinto que encerrara a la bestia del Minotauro al que satisfacía entregándole un sacrificio de siete jóvenes y siete doncellas procedentes de Atenas, ciudad a la que Minos había derrotado.


Copa ática: El Minotauro (515 a. c. aprox.), por Marie-Lan Nguyen
Fuente: Wikimedia Commons /  CC-BY 2.5

La figura de Minos, situada entre las fronteras del mito y la historia, aparece como el primer soberano de Cnosos y es al que se le atribuye haber civilizado a los cretenses, sobre quienes reinó con justicia y bondad. El nombre de Minos refleja míticamente la potencia marítima cretense que, desde el segundo milenio antes de nuestra era, se extendió por todo el mar Egeo. El tributo humano exigido por Creta a Atenas parece ser testimonio del eco legendario de su poder. 


En 1900, se produce su primera campaña de excavaciones, una vez adquirida la colina de Cnosos, y ya entonces se consiguieron descubrimientos sensacionales que llamaron la atención del mundo sobre una cultura milenaria que hasta aquel entonces era desconocida y a la que bautizó como minoica (en honor al mítico rey Minos). Durante los primeros años del siglo XX, Evans se dedicó a desenterrar el palacio de Cnosos, al que relacionó, por su construcción laberíntica, con el palacio de Minos. En apenas unos años, excavó una enorme extensión de terreno que le permitió sacar a la luz el laberíntico palacio de Cnosos y sus alrededores: la sala del trono, el patio central, la gran escalinata, etc. En su época, el palacio debió despertar admiración a todo aquel que lo viera. 


Mégaron de la Reina en Cnosos, por Deror_avi (2011)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0


 EL DESCUBRIMIENTO DEL PALACIO DE MINOS  

Sir Arthur Evans, comenzó las excavaciones con treinta obreros. Aún hoy sorprende el ritmo de los trabajos. Al final de la tercera campaña, casi todo el palacio se hallaba excavado, por lo que la atención debía centrarse en la excavación de otros edificios exteriores y en la consolidación y la reconstrucción del palacio, discutida por muchos autores.

El conjunto arquitectónico de Cnosos ocupaba una superficie total de cerca de 17.000 metros cuadrados. El palacio posee aproximadamente unas 1.500 habitaciones, además de edificios anexos, como un santuario y otras construcciones. En resumen, es un recinto colosal y conforma una ciudad en sí misma. De hecho, Evans era bastante consciente de que el palacio no era un edificio aislado. Distinguía tres sectores: el palacio, propiamente dicho; un sector de edificaciones a su alrededor, que consideraba viviendas de aristócratas o personas al servicio del palacio; y un sector más externo, que comprendía la zona del poblado con los terrenos agrícolas y las necrópolis.

Debemos tener claro que Cnosos no es sólo un palacio, en el sentido actual de la palabra, por más que repitamos el término acuñado por Evans. En realidad, Cnosos se asemeja más a un núcleo urbano formado por áreas de vivienda, zonas destinadas a uso religioso, almacenes, necrópolis, talleres, campos, etc. En este conjunto urbano, encontramos un edificio que Evans con sus medios sólo pudo denominar como palacio, idea reforzada por el hallazgo de la sala de trono. El hallazgo de baños y letrinas, le acabaron de convencer de que se trataba de una residencia real. El hecho de que hoy día sigamos denominando al conjunto como «palacio» es indicativo del peso de la obra de Evans sobre el estudio de esta civilización. 
Reconstrucción del palacio de Cnosos
La disposición caótica de los edificios está articulada en torno a un patio central, donde es posible que se celebraran espectáculos. Desde este patio central y hacia el oeste se accedía al recinto más conocido del yacimiento, el salón del trono, una habitación pequeña de indudable importancia. Un banco corrido adosado a lo largo de las paredes de la habitación sólo es interrumpido en la entrada y al llegar a un trono de alto respaldo, fabricado en alabastro. En las paredes, la decoración pictórica recalca la trascendencia de la habitación. 


Plano del palacio de Cnosos, subido por artehistoriacom a https://www.youtube.com

Debido a la forma de construir de los minoicos, añadiendo habitaciones sin una planificación previa, estas formaban corredores que no guardan una disposición rectilínea, sino que siguen un recorrido tortuoso. Esta característica es compartida por la disposición de las habitaciones en varios pisos, unidos por escaleras y pozos de luz, cuyas intrincadas ruinas serán percibidas por los griegos clásicos (cuya mente racionalista da lugar a un plano urbano regular, el plano hipodámico) como un lugar de horror, en el cual el minotauro daba rienda suelta a su instinto animal. 

El diseño de estas construcciones estaba en consonancia con la belleza de las pinturas murales que allí se descubrieron. Las paredes del palacio aparecen llenas de pinturas al fresco con diferentes motivos. La figura humana aparece representada normalmente de perfil, con el ojo de frente, en una postura que recuerda claramente a las formas artísticas egipcias. Algunos autores no dudan en destacar este paralelismo y en lanzar la hipótesis de que el arte cretense surgiera a imitación del egipcio.


A favor de esta hipótesis está el hecho de que, desde los primeros momentos de la excavación, se encontraron pruebas de intensos contactos comerciales con las mayores potencias de su tiempo como Egipto, Fenicia y Mesopotamia, en virtud de la gran cantidad de objetos encontrados en los distintos yacimientos cretenses pertenecientes a dichas culturas y de sus contrapartidas en estas regiones; algunos de los cuales, los arqueólogos no habían sabido interpretar hasta el descubrimiento de Evans. 

Ejemplos de cerámica minoica, por Janmad (1), Robert Valette (2) y Weyergraf (3)
Fuente: Wikimedia Commons (1), (2), (3) / CC-BY-SA 3.0
Modificación: Se han unido en una única imagen 
Sin embargo, Evans no sólo descubrió en Cnosos un palacio enterrado bajo el suelo sino que en el yacimiento se encontraron miles de objetos varios como estatuillas, vasijas y muy variados elementos ornamentales lo que permitió rescatar de las entrañas del olvido las huellas de una civilización que debió ser una potencia en su tiempo. 

Tras un paréntesis durante la Primera Guerra Mundial, los trabajos de Evans se reanudaron y, entre 1921 y 1936, en un mundo previo a la que sería la mayor crisis bélica de la historia de la humanidad y cinco años antes de su muerte en 1941, el inglés publicará «The Palace of Minos of Knossos» («El palacio de Minos en Cnosos»), una obra monumental sobre sus exploraciones. La mayoría de sus hallazgos arqueológicos se conservan en el Museo de Heraklion. 

 LA POLÉMICA RECONSTRUCCIÓN  

La consolidación del yacimiento se empezó a realizar prácticamente desde el primer momento, puesto que Evans no podía prever que los edificios minoicos no aguantarían el peso de 5.000 años de historia una vez que los restos salieron a la superficie y fueron otra vez expuestos al clima. Por ello, el equipo de Evans tuvo que hacer frente tareas propias de restauradores y conservadores. Al principio, se limitó a apuntalar diversas zonas apoyándose en los conocimientos de sus propios operarios pero pronto surgió la idea de llevar a cabo una futura reconstrucción de tan rico yacimiento.

Evans empezó las tareas de reconstrucción del palacio después de la Primera Guerra Mundial, ya había excavado toda la colina y las áreas anexas, y sólo quedaban algunos sectores, donde se centraron los trabajos de 1923 a 1926. Asimismo, en el momento de restaurar concentraron los esfuerzos en el edificio central, de tal manera que la visión que tenemos es parcial, ya que sólo se fija en una de las estructuras existentes. No se planificó ni tampoco se consideró necesario prever una actuación a largo plazo. 

Reconstrucción en 3D del pasadizo norte del palacio de Cnosos, 
subido por MrCustardCustard a https://www.youtube.com

Por otro lado, a medida que el volumen de frescos fue aumentando, Evans se vio obligado a contratar personal acostumbrado a trabajar con pintura al fresco y a dedicar un grupo especial de trabajadores a montarlos. Su influencia sobre la reconstrucción fue decisiva y supone la respuesta a la concepción que Evans tenía sobre el mundo minoico 

El alcance de la restauración de Evans tuvo consecuencias a largo plazo. En ese sentido, podemos señalar tres fases de intervenciones realizadas por Evans en el yacimiento (posteriormente se han llevado a cabo otras): 


  1. La primera fase (1901 – 1906), es cuando se cubre por primera vez la Sala del Trono y cuando se introduce en el uso del hormigón.
  2. La segunda fase (1907 – 1919) cuando se procede a consolidar y cubrir las zonas principales del palacio para protegerlo de la erosión y los elementos.
  3. La tercera fase (1923 – 1939) es la más decisiva, porque es cuando Evans diseña el aspecto que él concibe que debe tener el palacio y pone en práctica la idea de «reconstituir» el edificio utilizando materiales resistentes y rápidos: hierro y hormigón. 
Imagen interior del palacio, por O. Mustafin
Fuente: Wikimedia Commons / CC0 1.0

La reconstrucción de Cnosos no se puede analizar separada de su concepción histórica de los minoicos, porque ambas se apoyan mutuamente. Evans siempre se justificó con el paradigma de que objetivo principal su trabajo era que los que lo vieran pudiesen hacerse una idea de cómo sería la vida en el palacio en su momento de máximo esplendor. Para Evans, él restituía lo que se había perdido. Usaba un concepto moderno en lo que a la presentación de los restos arqueológicos al público se refiere. Buscaba la forma más didáctica y visual de explicar al neófito los rasgos característicos de una civilización. Ahora bien, si esta forma de pensar parece acertada, la forma utilizada no lo es tanto, ya que no se adecuaba a los medios usados originalmente ni a la realidad científica. 

En líneas generales, sustituyó columnas de ladrillos por otras de piedra, pilares de la fachada por unos nuevos de hormigón, las paredes fueron acabadas con cemento, en los techos puso vigas de hierro, para que aguantaran los dos pisos añadidos, etc. En los interiores, reprodujo los frescos encontrados, completándolos con grandes dosis imaginativas. Remató el balcón con réplicas de columnas minoicas en piedra y cemento sobre la base original. Utilizó los rellanos de la escalera como galería pictórica, poniendo réplicas en forma de cuadro de frescos encontrados en otros lugares diferentes del palacio. En algunos casos, la base era muy escasa para llevar a cabo la reconstrucción. En otros, simplemente era inexistente. En lo referente a la decoración de los muros, los ejemplos de la actuación de Evans son múltiples. Hay que tener en cuenta que la mayoría de frescos habían caído al suelo y estaban muy mezclados. 

Reconstrucción en 3D del interior del palacio de Cnosos,
subido por Dragan Maric a https://www.youtube.com

Las críticas más duras eran de sus propios colegas que, aunque no tenían más remedio que reconocer que la imagen del palacio era poderosa, ponían en duda la autenticidad de dicha imagen. La reconstrucción no se completó y quedó en un estado de ruina, quizás de forma deliberada. 

Visto a día de hoy, el legado de Evans es difuso. Por un lado, descubrió y supo dar forma y sentido a una masa informe de materiales diversos, pasadizos y piezas sueltas -la evolución y estratigrafía histórica del palacio son correctas-. Además, supo plasmar de forma visual y teórica ideas sobre la civilización minoica; y por supuesto, salvó los restos encontrados. Sin él, no existirían los minoicos, y eso está fuera de toda duda. Sin embargo, por otro lado, actuó sobre los restos como si fueran de su propiedad (de hecho, lo eran legalmente). Sería inconcebible que hoy en día alguien actuara como lo hizo él, aunque hemos de recordar que esto era conforme a la costumbre de la época y no hizo nada que no hubieran hecho otros (como el propio Schliemann). 

Escalera interior del palacio, por Steve Jurvetson (2012)
Fuente: Flickr /  CC-BY 2.0


 EL PESO DE LA LABOR DE EVANS   

La sombra de Evans es muy alargada y ha influido poderosamente sobre los especialistas minoicos. Pocos han osado poner en duda las afirmaciones de Evans y muchos de los que lo han hecho no han podido ofrecer mejores hipótesis de las del inglés. Por otro lado, su obra no se redujo tan sólo a descubrimientos casuales. Su labor científica fue más allá. Fue un logro de Evans clasificar los datos que sobre la civilización minoica habían recopilado anteriores estudiosos. El arqueólogo logró sistematizar una cronología válida para toda la edad del bronce en el Mar Egeo con una base tripartita, que si bien es algo rígida, tiene una validez didáctica innegable. Para ello, dividió la cultura egea en tres zonas de influencia: la minoica (cretense), la heládica (micénica) y la cicládica (para las islas del Egeo)

Pero el enigma que obsesionaba a Evans estaba relacionado con objetos mucho más diminutos que los suntuosos hallazgos palaciales cretenses. Entre los muchos objetos encontrados destacaban miles de tablillas de arcilla con dos tipos de escrituras diferentes a las que bautizó como Lineal A y Lineal B, y que no pudo descifrar. De hecho, la primera aún permanece así, aunque la segunda (Lineal B) fue no descifrada hasta 1956 por un ingeniero inglés, Michael Ventris y hace referencia a un primitivo dialecto griego del que se han encontrado restos no sólo en Creta sino también en la Grecia continental. Por ello, ha sido objeto de varias hipótesis como una superioridad política cretense sobre el continente o que la lengua griega clásica deriva del mismo. 

Galería de palacio, por Paradasos (2010)
Fuente: Flickr / CC-BY-NC 2.0

Los estudios de Evans sobre la civilización minoica sacaron a la luz una sociedad sofisticada, centralizada alrededor de unos palacios monumentales carentes de defensas, lo que podría ser una muestra del carácter pacífico del pueblo minoico, en opinión de Evans. Cnosos, debió ser la capital de un potente imperio basado en una talasocracia (dominio del mar), una civilización refinada y próspera basada en el comercio, cuyo declive comenzó tras una serie de hechos aún no suficientemente esclarecidos pero que en opinión de la mayoría de los expertos debieron de estar relacionados con la explosión del volcán de Santorini (en el Egeo). 

En reconocimiento a sus destacadas investigaciones arqueológicas, Evans recibió el título honorífico de caballero del Imperio Británico en 1911. Su trabajo sentó las bases imprescindibles para el estudio de la Creta minoica. Desde entonces, tanto los estudios sobre la civilización micénica y cicládica, como los de la cretense han avanzado notablemente tomando como base sus estudios de la primera mitad del siglo XX.  



"La Atlántida: El misterio de los minoicos,"
subido por ZHANHUDoc a https://www.youtube.com