martes, 19 de marzo de 2013

El arte del bronce egeo

Durante la edad del bronce en el Egeo, hacen su aparición las culturas minoica y micénica. Se trata de sociedades urbanas y complejas, que desarrollan el mayor nivel artístico de la zona hasta ese momento. El arte minoico y micénico constituirá el germen de lo que llamamos el arte clásico, que es heredero de los conceptos ideados y concebidos en ésta época. En esta entrada intentaremos describir brevemente las características principales del arte desarrollado por la enigmática civilización que participó en la guerra de Troya y sobre la que Homero escribió, siglos más tarde, en la "Ilíada" y la "Odisea". 

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 EL ARTE MINOICO 

En el curso del segundo milenio a. c., mientras Europa vive en la Edad del Bronce, Creta, por su situación privilegiada en un mar de rutas comerciales, es el solar de una cultura que ha evolucionado desde el neolítico y que sirve de inspiración a las zonas continentales próximas con las que mantiene contactos.

La arquitectura cretense o minoica aplicó sus mejores y más avanzados recursos técnicos en la construcción de los llamados hasta ahora palacios, famosos por su complejidad y magnificencia. Los palacios (como Cnosos, Festos o Hagia Triada) son de arquitectura compleja y fueron construidos a base de bloques aislados, posiblemente, sin ninguna planificación previa; lo que explicaría el orden caótico de estos lugares y que dio pie a que sir Arthur Evans los identificara con la leyenda del laberinto del Minotauro.

Reconstrucción del palacio de Cnosos
No obstante, estos bloques aislados ofrecen algunos elementos comunes y compartidos como un patio rectangular (probable lugar para la celebración de determinados cultos, como la taurocatapsia o salto del toro), grandes escaleras de acceso a los pisos superiores y tragaluces. De carácter arquitrabado, esta arquitectura se basa en el uso sistemático de la columna, de fuste cilíndrico disminuido hacia su base y capitel con equino y ábaco, que se convierte en un elemento esencial que proporciona elementos al estilo dórico griego.

Reconstrucción digital del palacio de Cnosos
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Hay que destacar que algunos autores, como Paul Faure, ofrecen una hipótesis alternativa al uso de lo que hemos estado calificando de «palacios» desde 1900 hasta ahora. Para estos expertos los palacios debieron ser, en realidad algún tipo de santuario dirigido por un rey- sacerdote o un clero especializado. De ser esto cierto, es posible que las mansiones reales fueran, en realidad, las villas que se alzan en las inmediaciones de estos grandes conjuntos –como el Pequeño Palacio de Cnosos o la villa de Hagia Tríada y que hasta ahora no había dudas a la hora de pensar que se trataba de palacetes privados de los reyes.

Una característica llamativa de la arquitectura minoica es la ausencia de templos y construcciones destinadas al culto si exceptuamos la hipótesis de Faure, mencionada antes. Esta ausencia no es de extrañar en lo que a la práctica de cultos naturalistas se refiere, porque este carácter los hace innecesarios. Eso sí, las altas cumbres y las cuevas profundas fueron lugar propicio para el depósito de ofrendas y exvotos en honor a las divinidades ctónicas.

La escultura estaba compuesta por exvotos de pequeño tamaño sin pretensiones de monumentalidad y se caracterizó por su originalidad y sentido expresionista. Se cultivaron abundantemente estatuillas de la diosa domadora de serpientes, hombres desnudos, damas de falda acampanada, y algunas tallas de marfil, como el Acróbata de Cnosos. También destaca la presencia de ritones y vasos ceremoniales con distintas figuras, principalmente en forma de toro.


Ritón en forma de cabeza de toro, por Olaf Tausch. Fuente: Wikimedia Commons CC0 1.0
Sacerdotisa domadora de serpientes, por Jebulón. Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

La cerámica más antigua conocida es la de Pirgos (Minoico Antiguo I). Se trata de una cerámica bruñida que reemplazó a la de origen neolítico. Destacan de ésta las copas o cálices de pie, de color grisáceo o negruzco y una decoración lineal. Del Minoico Antiguo II data la cerámica de Vassiliki –conocida también como cerámica flameada, porque sobre fondo oscuro se extienden manchas de tonos claros (en especial, rojizos). Pero la más representativa es la de tipo Kamarés, propia del período de máxima expansión comercial (Minoico Medio II). De paredes finas parece obvia su utilización de carácter ritual –tal vez para recoger ofrendas-. Su decoración es polícroma sobre fondo negro, componiendo motivos libres y espirales que fueron evolucionando hacia motivos naturalistas. En la última etapa minoica los motivos derivarán hacia creaciones florales o bien ambientadas en el fondo marino, destacando aquellas protagonizadas por pulpos o calamares cuyos tentáculos ocupan toda la superficie de la vasija.

Ejemplos de cerámica minoica, por Janmad (1), Robert Valette (2) y Weyergraf (3)
Fuente: Wikimedia Commons (1), (2), (3) / CC-BY-SA 3.0 
Modificación: Se han unido en una única imagen
En sus pequeños palacios, las pinturas al fresco, combinadas con bajorrelieves de estuco, reflejan los temas de la vida diaria y constituyen el mejor reflejo de la idea que los minoicos tenían de sí mismos. En ellas, los pintores muestran su amor a la naturaleza y un sentido del movimiento del que carecían otros estilos artísticos, como la pintura egipcia. La influencia de Egipto es perceptible en algunas manifestaciones, por ejemplo, en la belleza de los perfiles de las pinturas, pero los artistas cretenses rompieron las ataduras foráneas para inspirarse en las bellezas de su propio paisaje creando un lenguaje pictórico propio y original. A pesar de su dependencia al mundo ceremonial y religioso, la pintura cretense no es rígida y se caracteriza por su fantasía creadora en lo que a cuerpos, formas, movimientos y colores se refiere.


Frescos minoicos de Cnosos: "La procesión" y "El príncipe de los lirios" por Nikater (1) y Harrieta171 (2)
Fuente: Wikimedia Commons (1) (2) / CC-BY-SA 3.0

Las figuras humanas aparecen siempre de perfil, sus cabellos al viento y su ojo de perfil –de probable influencia egipcia-. Las figuras masculinas se reducen a hombres jóvenes de ancho torso, ágiles piernas y piel tostada; las femeninas, en cambio suelen aparecer con complejos peinados, largas faldas con volantes, apretados corpiños que dejaban sus senos descubiertos y piel blanca. Los animales galopan sin ningún orden rígido (como ocurría con otras culturas) subrayando la expresividad y el movimiento.

El arte cretense,
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 EL ARTE MICÉNICO  

En el continente, en Micenas y Tirinto, excavadas por Schliemann, aparecen vestigios de la cultura aquea, que es en parte contemporánea a la minoica, ya que surge desde principios del segundo milenio. El descubrimiento de estas ciudades constituirá la punta de lanza para la aparición de otros yacimientos que conformarán lo que hoy conocemos por civilización micénica. Es admitido hoy día que esta civilización es la protagonista de la Ilíada y la Odisea.

Puerta de los Leones y muros ciclópeos, por Andreas Trepte (2008)
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 2.5 
Es en el campo de la arquitectura donde las diferencias entre ambas civilizaciones (minoica y micénica) son más evidentes, ya que responden a exigencias geográficas y a criterios sociales completamente distintos. El ejemplo más claro lo tenemos en la misma formación de las ciudades. En este caso, las ciudades aparecen cerradas por murallas ciclópeas –innecesarias en Creta por su carácter de isla ubicadas en cerros de colinas para facilitar la defensa de la ciudad y con acceso rápido a manantiales.

Plano de la acrópolis de Micenas

En la parte alta de la ciudadela se encontraba el palacio del rey o wanax y al que se accedía mediante rampas y escaleras. La magnitud de las murallas, con grandes puertas como la de los Leones (Micenas), daba paso a la acrópolis y al palacio (mégaron). Éste, en su versión más simplista, se articulaba en torno a un patio –al que se accedía tras un propileo- mediante tres estancias sucesivas: el pórtico (aíthousa), el vestíbulo (prodomos) y la sala regia o salón del trono (domos) con techos sostenidos sobre cuatro columnas en torno al hogar central o esjara. A estas estancias habría que añadir otras como despensas, almacenes, etc. que terminarían de conformar el palacio micénico.

Reconstrucción y plano del palacio de Pilos
Las necrópolis micénicas originaron distintos tipos tumbas durante el desarrollo de su civilización. El tipo más sencillo fue la tumba de fosa que coexistió en el tiempo con los enterramientos en cista. Sin embargo, hacia 1600 a. c. se imponen las tumbas de pozo a la que pertenecen los círculos reales –Schliemann encontró la Máscara de Agamenón en el círculo A. No obstante, el tipo de tumbas más interesante estuvo constituido, sin duda, por las de corredor (como el Tesoro de Atreo), que desemboca en una amplia cámara cubierta por una falsa cúpula (construida mediante la aproximación de hiladas).

Vinculados a las tumbas están los ajuares funerarios, en los que los micénicos desarrollan diferentes obras de orfebrería (sobre todo de oro), como la máscara mencionada. Además parece ser que desarrollaron el gusto por las joyas como collares, brazaletes, anillos, sellos, etc., trabajo en el que alcanzaron gran maestría.

Máscara de Agamenón, por Xuan Che (2010)
Fuente: Wikimedia Commons / Flickr / CC-BY 2.0

La escultura de bulto redondo (exenta) siguió la tradición del exvoto de pequeño tamaño, sobre todo de marfil o terracota. Los ídolos femeninos son distintos de los cretenses y destacan las figurillas en «psi» (Ψ) y en «fi» (Φ) –llamadas así por su semejanza con estas letras griegas-. El relieve se muestra tosco en la mayoría de las representaciones, por lo es lógico pensar que fueran realizados por artistas locales. La gran excepción la constituye, sin duda, el modelado de los felinos de la Puerta de los Leones que no fue superado en el relieve hasta, varios siglos después. En las excavaciones se han encontrado además numerosas figuras de barro, bronce y marfil, quizás exvotos.


Estauillas votivas de terracota en "psi" (Ψ) y en "fi" (Φ), por Zde
Fuente: Wikimedia Commons / CC-BY-SA 3.0

El arte micénico,
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