sábado, 3 de agosto de 2013

La Revolución Francesa: la revuelta de los privilegiados y la Asamblea

El cambio más rápido y profundo que ha experimentado el modo de vida de la humanidad es el que se inició en Europa bajo el impacto de lo que algunos historiadores han denominado la "Doble Revolución", es decir, la revolución industrial que comenzó en Inglaterra y la revolución "política" iniciada en E.E.U.U. y Francia. Tras esta "Doble Revolución", Europa pasa de tener una sociedad anclada en características y valores casi medievales (Antiguo Régimen) a otra más moderna (Nuevo Régimen) que constituye el germen de la sociedad actual.

Enlaces relacionados:
El Antiguo Régimen.
- El modelo político del Antiguo Régimen y la revolución americana.
- La radicalización y la llegada de Bonaparte.


 LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN EN FRANCIA 

En Francia existía una estructura social y económica con las características propias del Antiguo Régimen. Este sistema entra en crisis debido a un conjunto de factores que podemos resumir en:


-     Factores sociales: En Francia, como en todos los países de la Europa occiden­tal, se produce un aumento demográfico (se pasa de 18 millones de personas en 1715 a 26 en 1789), que se traduce en una presión sobre la economía. Aumentan las nece­sidades de alimentos y puestos de trabajo,  situación que la agricultura no puede resolver por ser de subsistencia y por padecer una serie de malas cose­chas. Todo ello se traduce en descontento, principalmente de los campesinos, hacia el sistema social que les reduce a esa situación de hambre.

Por otra parte, la sociedad estamental se estaba quedando desfasada. Desde principios del siglo XVIII, la burguesía había ido aumentando en número y riqueza y respondía a las nuevas necesidades de la población, que empezaban a ser otras distintas a las del Antiguo Régimen. La aristocracia, que estaba destinada, a cumplir un papel fundamental en el Antiguo Régimen (la defensa de la sociedad), ya no tenía ya razón de ser, y sus privilegios irritaban por igual a campesinos y burgueses. El tercer es­tado, que tenía el poder económico; reclama también el poder político.


Representación de la sociedad francesa antes de la Revolución

-    Factores económicos: La fase de prosperidad del siglo XVIII se quiebra hacia 1780 con una serie de malas cosechas de cereales que hace subir los precios del trigo y, consecuentemente, el coste general de la vida, que experimenta un alza del 60% entre 1755 y 1789. Esto se completa con una superproducción de vino, cuyo precio baja, con lo cual se agrava la situación para los viñadores. Esta crisis alcanza también a la industria al ver restringido su mercado: en 1789 el comercio se había reducido en un 50%. Si a esto se añade que la población había aumentado, tenemos la siguiente realidad: menos productos, más caros y para gente con menos poder adquisitivo. Este desequilibrio engendrará hambre y arrastrará a la revolución.

Las factores financieros se refieren más bien al Estado: gasta un 20% más de lo que ingresa, debido a dos motivos principalmente: las guerras y las lujosas fiestas reales de Versalles. El déficit hay que cubrirlo con más impuestos pero al pue­blo no puede hacer frente a ello porque ha disminuido su poder adquisitivo. Cuando se intente hacer pagar a la nobleza y al clero, se darán los primeros pasos hacia la revolución.
Galería de los espejos del Palacio de Versalles, por Lionel Allorge (2011)
Fuente: Wikimedia Commons / CC BY-SA 3.0
-     Factores políticos: La monarquía absoluta es anacrónica, incapaz de adaptarse a las nuevas circunstancias. Cuando intenta reformas para solucionar el problema financiero, la aristocracia y el clero se le oponen porque ello supondría abolir sus privilegios. Las instituciones, inmovilistas y diseñadas para perpetuar en el poder a una minoría, se muestran incapaces de adaptarse a la nueva realidad social y económica de base burguesa.

En definitiva, la sociedad francesa de finales del siglo XVIII es una sociedad en ebullición. Desean un cambio la mayoría de los campesinos, las masas urbanas, la burguesía, todos los sectores que constituyen el Tercer Estado y que sustentan a la sociedad. Algunos nobles con pro­blemas económicos y el bajo clero, conscientes de la situación y de la necesidad de cambio, se inclinan también por reformas en la sociedad y la política francesas. Por el contrario, el resto de la nobleza y el alto clero, grandes beneficiarios de este sistema, se oponen a cualquier reforma y a la pérdida de sus privilegios.


Características principales del absolutismo francés



 LA REVUELTA DE LOS PRIVILEGIADOS Y LOS ESTADOS GENERALES 

La crisis financiera que venía padeciendo Francia se agrava a causa de los gastos de ayuda a la guerra de Independencia de EE.UU. y del tratado de comercio con Inglaterra, que permite la entrada de productos industriales mejores y más baratos que los franceses. Lo que parecía claro ya en la época es que el déficit de la Hacienda no se podía saldar con el mismo sistema de impuestos que venía implantado desde épocas anteriores y que sólo pagaba el Tercer Estado, pues en esta crisis un gran número de campesinos ya pasaba hambre y gran parte de los obreros ya estaba en paro.

Los sucesivos ministros de Hacienda como Turgot, Necker, Calonne o Brienne están de acuerdo en que la solución está en reformar el sistema retributivo e imponer un nuevo impuesto, la «subvención territorial», proporcional a la renta y obligatorio para todos, incluso para los privilegiados. La Asamblea de Notables (nobleza y clero), convocada para darle respaldo legal, y el Parlamento de París rechazan el nuevo impuesto, que suponía la abolición de sus privilegios, y declaran que sólo los auténticos representantes de la nación tienen poder para hacerlo. De este modo, se obliga al rey a convocar los Estados Generales: es la revuelta de los privilegiados. Estos, pensando en el voto por estamento (nobleza y clero dos votos, frente a tercer estado un voto), esperaban dominar los Estados Generales y, en consecuencia, reforzar sus privilegios y ampliar su participación en la política.
Inauguración de los Estados Generales, por August Couder (1839)
Fuente: Wikimedia Commons
Durante la elección de representantes para los Estados Generales, cada estamento redacta unos "cuadernos de quejas” en los que reflejan sus peticiones:

  • Los privilegiados pedían la monarquía constitucional, la reunión periódica de los Estados Generales y la defensa de sus privilegios.
  • La burguesía solicitaba la igualdad de derechos, el voto por cabeza y no por estamentos, la limitación del poder real, la monarquía constitucional y la supresión de los privilegios.
  • Los campesinos hacían reivindicaciones más concretas como supresión de los derechos señoriales, menos impuestos, etc.

Todo el mes de mayo de 1789 se pasó en deliberaciones sobre cómo hacer la verifi­cación de poderes, si en común o por separado cada estamento, y en cómo realizar la votación, si por persona o por estamento. Hasta que el 10 de junio el Tercer Estado decide hacer él sólo la verificación de poderes y el 17 de junio se proclama en Asamblea Nacional, es decir, representante único del pueblo. Al impedírseles la reunión en la sala de sesiones, los representantes del Tercer Estado se van a una sala con­tigua destinada al juego de la pelota y allí juran no separarse hasta dar a Francia una constitución, a la vez que amenazan al rey con no pagar los impuestos.
El juramento del juego de pelota, de Jacques-Louis David (1791)
Fuente: Wikimedia Commons / RMN Agence Bullot
Se consuma así el primer acto revolucionario de una asamblea burguesa. Se puede decir que la transformación de los Estados Generales en una Asamblea Nacional repre­senta una verdadera revolución y la consagración de la monarquía constitucional frente a la de derecho divino.


 LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE Y LEGISLATIVA (1789-1792) 

En las sesiones siguientes de la Asamblea Nacional se fueron sumando a ella algnos miembros del clero y, finalmente, representantes de los dos grupos, nobleza y clero, decidieron aceptar la asamblea conjunta para elaborar una constitución. Co­menzaba así la Asamblea Constituyente.

A este, primer paso revolucionario se sumó la insurrección popular en París, provocada por la concentración de tropas. El día 12 de julio la muchedumbre destruyó los puestos de aduanas y el día 14 tomó el depósito de armas de los Inválidos y asaltó la cárcel real: la Bastilla.

Al mismo tiempo, se produjo la revuelta de las provincias, generalizándose la revolución en las ciudades, mientras que en el campo estallaba una explosión antiseñorial protagonizada por los campesinos ante el miedo a que bandidos contratados por los señores llagaran a agravar su situación quemando las cosechas. Esto les llevó al asalto y saqueo de los castillos y casas de los señores.

Toma de la Bastilla, por Charles Thévenin (1793)
Fuente: Wikimedia Commons
La combinación del hambre, la violencia y el miedo impulsaron los decretos de la Asamblea Constituyente. En ésta se podían distinguir varios grupos:

-   Los constitucionales, grupo en el que se integraba un sector de la aristocracia, dirigidos por Lafayette, Mirabeau y Sieyes; que eran partidarios de una monarquía moderada por una constitución.
-   Los girondinos, republicanos moderados defensores de la ley y de la propiedad, que representaban a la alta burguesía y tenían en Brissot su figura más destacada.
-   Los jacobinos, representantes de la burguesía media y de un sector de las clases populares, dispuestos a limitar la propiedad privada y la libertad individual y a dirigir la revolución desde Paris, con Robespierre a la cabeza, Dantón y Desmoulins, más moderados, y Marat, más radical pero fuera de la Asamblea, en la calle.

El 4 de agosto, la Asamblea procedió a la abolición de los derechos feudales y el 26 de agosto aprobaba: la  Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. La labor de la Asamblea Constituyente quedó concluida con la aprobación de la Constitución de 1791 en la que se estableció:

  • El reconocimiento de la monarquía como la forma del Estado.
  • La división de poderes, dando prioridad al poder legislativo.
  • La soberanía nacional. Poseían derechos políticos los ciudadanos mayores de 21 años que poseían una determinada renta. Debajo quedaban sin derechos políticos una gran masa de obreros, campesinos, artesanos, etc.
  • La constitución civil del clero. El clero pasaba a ser un funcionario público y, por tanto, obligado a jurar fidelidad a la nación, a la ley y al rey, y a mantener la constitución. Esto provocará la división del clero francés.
  • La descentralización de la administración con la creación de 83 departamentos.
  • La reforma fiscal, que establecía la igualdad ante el impuesto, convertido en una contribución anual y proporcional a los recursos.
  • La libertad económica, con la supresión de corporaciones y monopolios, la libertad de trabajo, comercio y actividades financieras y bancarias.
Representación de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano,
de Jean-Jacques-Le Barber (1789 aprox.)
Fuente: Wikimedia Commons
Los problemas que se planteaban a la Asamblea eran múltiples:

  • La protesta popular, ya que el pueblo quedaba excluido de los derechos políticos.
  • El problema de la agotada Hacienda, que obliga a la desamortización de los bienes del clero.
  • La reacción de los católicos, que no aceptaban la nueva política religiosa.
  • La oposición de la nobleza, que en gran número optó por la huida.
  • La postura de Luis XVI, aparentemente doblegado a la revolución pero que el 20 de junio de 1791 huyó, fue detenido en Varennes y hecho prisionero.

Hasta ese momento, los gobiernos europeos, aunque alarmados, se mostraban reacios a intervenir en las cuestiones francesas, pero la nueva situación y las peticiones de ayuda del rey llevaron a un cambio de actitud. Así se produjo la «Declaración de Pillnitz» por parte de Leopoldo II de Austria y Federico Guillermo II de Prusia, que denunciaban la situación interna de Francia invitando a los monarcas europeos a obrar urgentemente.


Esquema general de la época
La nueva Asamblea Legislativa, elegida tras la proclamación de la Constitución, conservaba aún una mayoría moderada burguesa y deseaba completar la labor iniciada por su predecesora, pero el conjunto de problemas acumulados dificultaron la consolidación de sus reformas.

La crisis económica la obligó a vender los bienes de los emigrados y al requisamiento del grano; la oposición clerical la obligó a la deportación del clero refractario, que se había negado a aceptar la constitución civil del clero; y la actitud europea, a declarar la guerra. El conflicto difundió el miedo entre los cam­pesinos, pues una derrota podría significar la pérdida de sus tierras ante un re­torno de los emigrados, y entre las clases populares urbanas, ya que el alza de los precios aún se había hecho mayor.

Un imprudente manifiesto del duque de Brunswick, general en jefe de los ejércitos prusianos y austriacos, amenazando con destruir París si se ejercía violencia sobre Luis XVI, provocó una radicalización inmediata.